sábado, 31 de marzo de 2007

¡Mucho Swing! o El Espíritu de Django



¡Django Reinhardt que estás en los cielos...! ¡Qué magnífico regalo nos hizo anoche el café-bar JR3 (ya sabéis, el de la calle Pascual, justo en la desembocadura de la calle Madre de Dios) con motivo de la celebración de su 25 aniversario: una actuación de Aguardiente Swing Quartet! ¡Todo un lujo! ¡Sobre todo para mí, que vivo a escasos veinte metros del local!

Este curtido y sólido cuarteto de músicos alicantinos, perfectamente ataviados al más genuino estilo gansteril de los años 30, nos deleitó con un amplio repertorio de espléndidas versiones en gipsy jazz de estándares de los más grandes compositores americanos: Just one of those things, de Cole Porter; But not for me, de Georges Gershwin; Caravan, de Duke Ellington...

Aguardiente Swing Quartet, formado por Nacho Luri (voz y guitarra), Daniel Barbieri (guitarra), Juan Ras (guitarra) y Humberto Corrales (contrabajo), acaban de editar un CD titulado Big stuff, brother (Sónica Studios, Novelda, Alicante), que literalmente significa Gran material..., o Gran substancia, hermano, aunque yo tal vez lo traduciría como Pura esencia... o, algo más coloquialmente, como Mucha molla, tío, y que es todo un relicario de temas inmortales que a buen seguro deleitará a los amantes del swing puro y el gipsy jazz. En la grabación también han colaborado el trompetista Guillermo Lancelotti y el percusionista Carlo Campagnolo.


Nacho Luri tiene gusto, clase y tablas, y su voz está a la altura de la de los más clásicos vocalistas de jazz de aquella época. Personalmente creo que un registro cool le iría de perlas. Me encantaría poder oírlo cantando por Chet Baker: seguro que lo clava. Daniel Barbieri y Juan Ras se complementan y compenetran a la perfección, dialogan con sus rasgueos y se ceden la vez en los solos como exigen los cánones, esto es, con claridad, dominio, respeto y elegancia. Y Humberto Corrales es un verdadero reloj de precisión sobre el que el grupo se sustenta escrupulosamente. ¡Qué empaque, qué rigor! ¡Si hasta adiviné en sus rasgos y ademanes cierto parecido con Charles Mingus!


Seguro que el espíritu de Stephane Grappelly estuvo tirándose de los pelos por no poder estar en el JR3 en compañía del de su gran amigo Django Reinhardt, quien sin lugar a dudas descendió y pululó por allí toda la noche sin perderse un sólo tema. ¡Mucho, mucho swing! ¡Ay, si se hubiese dejado caer un violinista!

No os privéis de escucharlos en cuanto tengáis oportunidad. Y no os extrañéis si un día de estos aparecen también por vuestro barrio...


Aquí os cuelgo un enlace con su web, en donde podréis conocerlos más a fondo e incluso oír algunas de sus versiones:

www.aguardienteswing.com




¡Larga vida al JR3 y a la música en directo!



(Texto y fotos: Sebastián Mondéjar).


jueves, 22 de marzo de 2007

Malle y Miles: un encuentro crucial



El cine y el jazz nacieron, como quien dice, el mismo día. La primera película sonora, dirigida por
Aland Crosland en 1927, se llamó precisamente The jazz singer (El cantor de jazz); aún así, no son tantas las veces que han caminado juntos y de la mano, y podríamos enumerar en un momento aquellas en que esa unión ha sido realmente fructífera e incuestionable. Su primer gran encuentro -al menos, para mí, el más memorable- tuvo lugar en París en 1957. Una mágica conjunción de astros hizo posible el nacimiento de una verdadera obra maestra: Ascenseur pour l'échafaud.



Ópera prima de un joven director: Louis Malle. Primera banda sonora de un genio del jazz: Miles Davis. Primer papel protagonista de una magnífica actriz: Jeanne Moreau.




No voy a decir nada más ni sobre la película, ni sobre la música, ni sobre los pormenores que rodearon esta histórica encrucijada. Otros muchos lo han hecho antes que yo, e infinitamente mejor. A principios de febrero, La 2 de RTVE inauguró un ciclo dedicado a Louis Malle con Ascensor para el cadalso; y a mediados de enero ya tuvimos la oportunidad de adquirir con El País la magistral banda sonora (Libro-CD nº 3 de la colección Estrellas del Jazz) compuesta por Miles Davis.




Miles Davis
, trompeta
Barney Wilen, saxo tenor
René Utreger, piano
Pierre Michelot, contrabajo
Kenny Clarke, batería





Tan sólo añadiré las impresiones que el sin par
Boris Vian escribió sobre el ambiente vivido durante la grabación de esta última, realizada la madrugada del 4 al 5 de diciembre de 1957, en donde nos relata una anécdota ya legendaria. Según sus apuntes, "se efectuó de noche en el estudio Poste Parisien en una atmósfera muy distendida. Allí estaba Jeanne Moreau, la protagonista de filme, que de forma encantadora atendía a músicos y técnicos en un bar improvisado. También estaban los productores, los técnicos y Louis Malle, con los tirantes caídos, que intentaba extraer de Miles todo lo que deseaba añadirle a la imagen. Los músicos, totalmente relajados, veían desfilar por la pantalla las escenas principales del film y, metidos así en situación, se lanzaban a improvisar a medida que proyectaban las imágenes. Es de señalar, en la toma de Dîner au motel, la extraña sonoridad de la trompeta de Miles. En un momento dado, un fragmento de piel se desprendió de su labio para ir a pegarse en la boquilla. De igual modo que los pintores deben a veces al azar la calidad plástica de sus tonos, Miles aceptó con agrado este nuevo elemento "inaudito" en el sentido literal de la palabra, nunca antes escuchado. Sin duda el oyente, incluso privado de las imágenes, será sensible al clima seductor y trágico creado por el gran músico negro, admirablemente apoyado por sus compañeros de equipo."

Escuchando
Dîner au motel nos parece extraño que, en tales circunstancias, Miles Davis no se dejara en la boquilla toda la piel de sus labios.

No he podido bajarme el lector exportable de Go Ear, pues, no sé por qué razón, el servidor no facilita últimamente los códigos HTML. Haced click en este vínculo:

viernes, 16 de marzo de 2007

La última 'jamsession' del invierno





Así fue anunciada la jam de ayer organizada por
Zarangojazz en La Muralla. La última jamsession del invierno.











Trío base:
Carlos Sáez, teclados;
Víctor García, bajo eléctrico;
José María Gallego, batería;
aunque ya desde el principio
se les unió el brillante
y potente trompetista
Rafa Herrero.



Poco después lo hicieron el guitarrista Roberto Gimeno, que aportó su temple límpido, cálido y discreto, y la vocalista Elena Gómez, la única voz de la noche, que imprimió dinamismo y compactó al grupo. Tampoco faltaron a esta cita el contrabajista Pepe Sáez, los bateristas Pepe Riquelme y Andrés Francisco Lafuente, el teclista José Muñoz y tres miembros de la Asociación Euterpe de Santomera: Héctor (clarinete), Sergio Bernabé (saxo tenor) y Paquito Tarantino (trompeta). Y allí estaba, cómo no, José Antonio García "Lupo", pendiente como siempre de la organización y del sonido; e incluso se dejó notar tímidamente desde bambalinas con acompañamientos de trompeta y algún que otro solo al abrigo de la muralla del siglo XI.



Bueno, amigos, qué queréis que os diga. Lo pasamos bien. Siempre lo pasamos bien. Unas veces, mejor que otras. Se cubrió el expediente. Pero no quiero limitarme a hacer un mero inventario de asistencias. Estaréis de acuerdo conmigo en que hubo demasiado tiempo muerto, muchas dudas, excesivos parones entre tema y tema. El público -que nunca falla, que nunca lo hace mal- lo perdona todo; pero tomemos buena nota, reflexionemos. Una jamsession necesita más fluidez, más vigor, más osadía... y menos desconcierto. Así que ¡ánimo! Seguro que en la primera jamsession de la primavera se consiguen.



Mientras tanto, aquí os dejo con una jam muy especial...

miércoles, 14 de marzo de 2007

Quasi Stellar Radio Source



Hoy miro hacia atrás con cierta nostalgia, pero sin tristeza alguna, para hablar de un trabajo que gozó (o adoleció) de una tirada, una difusión y una distribución muy limitadas; lo que, tratándose de una modesta autoproducción de un grupo de jazz, y además de Murcia, ya es mucho decir y bastante de agradecer. Por desgracia, y a pesar del largo camino recorrido por un considerable número de músicos y formaciones desde mediados de los setenta, apenas hay constancia gráfica, sonora ni documental del paso del jazz murciano por la cultura musical de este país. ¡Si ni siquiera la hay de las XXVI ediciones de nuestro Festival Internacional de Jazz (antes Jazz en la Calle)!

Corría el año 1998. Llevábamos a nuestras espaldas cuatro años de "consolidación". Habíamos rodado por toda suerte de locales y escenarios y participado en diferentes festivales y eventos de más o menos calibre, incluida la ilustración musical de Nosferatu, de Murnau, filme para el que compusimos, por encargo de la Concejalía de Cultura y a propuesta del escritor y fotógrafo Manuel Muñoz Zielinski, una banda sonora que estrenamos en directo durante su proyección el 6 de noviembre de 1996 en el Teatro Romea, con motivo de la celebración del Centenario del Cine.

La mayor parte de los temas que interpretábamos eran nuestros y, entre bolo y bolo, llevábamos casi dos años desarrollando un proyecto con una joven cantante: Verónica Tejero. Para llevarlo a cabo, nos encerramos en los Estudios Michel, en el corazón de la huerta de Alhama, comandados por un ser excepcional: Eugenio García. Y contamos con la colaboración desinteresada de unos cuantos músicos valientes que se sometieron a contrarreloj pero con alegría a los arreglos de nuestro clarinetista.

El 3 de mayo de 1999 presentamos el resultado de nuestro trabajo: el CD Otra Manera.




Verónica Tejero, voz
Andrés Santos, clarinete
Pedro Cabredo, saxo tenor

Rafa Herrero, trompeta
Pepe Martínez, trombón
José Muñoz, teclados
Paco Vílches, guitarras
Julio Muñoz, bajo eléctrico
Miguel Ángel Orengo, percusión
Sebas Mondéjar, batería, percusión
Pascual Saura, bajo eléctrico en [10]




De sus diez temas sólo he seleccionado uno: Imán, una balada compuesta por José Muñoz, con letra de Verónica Tejero y arreglos de Andrés Santos, cuyo solo de clarinete es lo que más me gusta (aunque no es lo único) del CD. Y además incluyo un tema inédito, Canción del Despertar, una sobria balada de Andrés Santos.



Imán: Verónica Tejero, voz; Andrés Santos, clarinete y saxo alto; Pedro Cabredo, saxo tenor; Rafa Herrero, trompeta; Pepe Martínez, trombón; José Muñoz, teclados; Paco Vílches, guitarras; Julio Muñoz, bajo eléctrico; Sebastián Mondéjar, batería.



Canción del Despertar: Andrés Santos, clarinete; Pedro Cabredo, saxo tenor; José Muñoz, teclados; Paco Vílches, guitarra; Julio Muñoz, bajo eléctrico; Miguel Ángel Orengo, congas y percusión; Sebastián Mondéjar, batería y percusión.

(Nota: las fotos y y el concepto de carpeta fueron míos. El diseño gráfico del album corrió a cargo de nuestro buen amigo, el diseñador granadino Carlos Hernández).

martes, 6 de marzo de 2007

Nada menos que Mingus

 

[Dije en la primera entrada de este blog que volvería a hablar de Charles Mingus. Y no será esta segunda vez la última. Desde que lo conozco, lo tengo presente un día tras otro. Mingus es como un padre, un ejemplo para mí. ¡Me ha dado tánta vida...! La razón que hoy me mueve a traerlo aquí de nuevo es que, después de más de quince años, he vuelto a ver la irregular película Mo' Better Blues (1990) de Spike Lee, que incluye en su banda sonora el célebre tema de Mingus "Goodbye Pork Pie Hat", y gracias a ello he reparado en algo que no archivé en mi memoria cuando vi la película por primera vez: el nombre del club de los bajos fondos en el que tocan los músicos Bleek Gilliam y Shadow Henderson, interpretados por Denzel Washington y Wesly Snipes, es Beneath the Underdog, que no es otro que el título de la genial autobiografía de Charles Mingus, por aquel entonces desconocida para mí. Sin ser la mejor película de Spike Lee, de Mo' Better Blues prefiero recordar sus muchos momentos brillantes, que los tiene, comenzando por su elegante presentación y terminando por su exquisita banda sonora, compuesta por el contrabajista Bill Lee, padre del cineasta, y el trompetista Terence Blanchard. Pero vamos a lo que vamos... En febrero de 2001, movido por la reciente lectura de Beneath the Underdog, publicado por Mondadori en octubre de 2000 con el título de Menos que un perro*, escribí un artículo titulado Nada menos que Mingus que apareció publicado en el diario La Opinión de Murcia y que reproduzco a continuación]. 

Supe de la existencia de Charles Mingus, contrabajista, compositor y arreglista de jazz nacido el 22 de abril de 1922 en Nogales, Arizona, a principios de los 70, merced a sus vínculos con el free jazz (Eric Dolphy mediante); pero fue a raíz de su muerte, acaecida el 5 de enero de 1979 en Cuernavaca, México, cuando comencé a interesarme concienzudamente por su obra. El programa de TVE Jazz entre amigos** le homenajeó entonces con un magnífico documental que grabó en mi retina y en mis oídos imágenes y sonidos imborrables. A partir de ese día, la música de aquel ser diabólico y angelical al mismo tiempo se instaló en mi vida para acompañarme a donde quiera que voy. Así que cuando a finales del año pasado me enteré de que la editorial  Mondadori iba a publicar una versión en castellano de su famosa autobiografía Beneath the Underdog (traducida para la ocasión como Menos que un perro) no pude menos que lanzar los tambores al vuelo y frotarme las manos a la espera de su aparición en las librerías murcianas. Ahora, después de haberla leído, sigo aún convencido de que el mejor camino para llegar a Mingus es escuchar su música. Pero este libro, escrito en unos momentos cruciales en su vida, nos adentra en todo un bosque atravesado por senderos que, cuando menos, nos permiten atisbar las luces y las sombras de su intrincado corazón. Cabe esperar que no falte quien se escandalice por el excesivo protagonismo que Mingus concedió en estas páginas a sus relaciones amorosas y a sus escarceos con el turbulento mundo de la mafia y el proxenetismo. A mí, sinceramente, me han conmovido. Aquello no fue más que la prolongación del lúgubre decorado por el que Mingus tuvo que moverse desde niño. No olvidemos que creció en Watts, el gueto negro de Los Ángeles, en un ambiente deprimido y marginal pero cargado no tanto de miseria y opresión racial como de peligros, temores, prejuicios y contradicciones. Por sus venas corría sangre inglesa, sueca, china y afroamericana; así que, por decirlo de una manera suave, hasta que aprendió a defenderse le llovieron pescozones por todas partes (comenzando por su truculento padre). El libro, como tal, está muy bien estructurado. En todo momento, Mingus se nos revela como un experimentado escritor. Por sus densas líneas desfilan, con sus grandezas y miserias, los nombres más ilustres del jazz: Art Tatum, Charlie Parker, Miles Davis, Fats Navarro, Lionel Hampton, Max Roach, Billie Holiday y hasta el mismísimo Duke Ellington. Pero junto a toda esa cohorte de figuras legendarias deambulan, a veces con mayor protagonismo, multitud de personajes casi anónimos de un mundo discriminado y radical que nos dan la auténtica medida de la sociedad norteamericana de entonces. Como artista puro que era, Mingus supo diferenciar muy bien entre las falsedades de la fama y las certezas de su condición. Por eso llega a afirmar: “Tendré más cosas que decir musicalmente si vivo con los perros”. Hay, no obstante, quien le acusa de fantasear. No sé. Tal vez lo haga en ocasiones; a la hora de escribir, eso puede ser legítimo y hasta necesario. Pero nadie que mintiese demasiado iría tan directamente al grano como va él. Al fin y al cabo, Mingus no habría podido transmitirnos de otra forma muchas de las verdades que le tocó vivir ni los sombríos derroteros que hubo de trazar y recorrer desde su infancia. Y si lo hace es, más que nada, por quitarse un peso de encima y trasladárnoslo a nosotros; algo así como romper su contrabajo contra nuestras conciencias a sabiendas de que, a menos que seamos unos hipócritas o unos puritanos, no tendremos más remedio que dejarnos sacudir. A cambio, con un lenguaje a veces pletórico de lirismo y desde luego siempre claro y directo, nos premia con un buen puñado de momentos memorables que incumben a su genio, a su ángel, a su dinámico espíritu creador y a su combativo pero generoso corazón: sus primeros encuentros con Lee-Marie –el gran amor de su vida–, sus conversaciones con el trompetista Fats Navarro o la charla que mantiene con su padre, siendo éste ya casi un anciano, en la que ambos parecen reconciliarse y hablan de sus orígenes, su mestizaje y sus diferencias con los blancos. Mingus le dice: “Todo en este mundo está destinado a contener una mezcla maligna”; y también: “A veces pienso que si todos los negros fueran como yo no habría habido esclavos, ¡habrían tenido que matarnos a todos!”. Nos encontramos, pues, frente a un libro crítico y provocativo, pero también sumamente revelador. Leámoslo sin prejuicios. Sólo así aprenderemos más de una lección. Y no quisiera dar fin a este artículo sin dirigir una vez más la atención hacia su música. Como un San Antonio negro que hubiese sucumbido –para vencerlas– a todas sus tentaciones, tal vez sea Mingus el músico de jazz más místico y poético que haya parido madre. Escuchen, sin ir más lejos, su tema "Duke Ellington’s Sound of Love" y comprenderán por qué lo digo. 

De "Duke Ellington's Sound of Love"*** se registraron en 1975, en Atlantic Records, dos versiones: una instrumental de 12'.11'' en Changes One y otra de 4'.14'' en Changes Two, para la que Mingus contó con la colaboración del vocalista Jackie Paris. Os dejo con ésta última. Y, de propina, 106'' de oro: un fragmento del tema "Mediations On Integration" (1964), también llamado en alguna ocasión "Praying With Eric", con el gran Eric Dolphy a la flauta travesera. ¡Disfrutadlos! 

 

 *Beneath the Underdog fue traducido para Mondadori por Francisco Toledo Isaac. 
**Aquí tuve un lapsus. Jazz entre amigos aún no se emitía en TVE por aquellas fechas. Probablemente se trataba de Popgrama, el mítico magazine musical presentado por Diego Antonio Manrique y Carlos Tena. 
***Charles Mingus, contrabajo; George Adams, saxo tenor ; Jack Walratz, trompeta; Don Pullen, piano; Dannie Richmond, batería; Jackie Paris, voz; Marcus Belgrave, trompeta; Sy Johnson, arreglos. 
(Nota: la fotografía de Charles Mingus que abre esta entrada es de David Gahr).

sábado, 3 de marzo de 2007

Jazz en estado puro



A Osselin, por animarme y ayudarme a dar los primeros pasos.
A Vito, por enseñarme paciente y sabiamente a caminar.

¡Toco madera! Parece que por fin he conseguido condimentar con música esta sopa. Y lo hago con un tema que para mí es un tema "10" por lo mucho que representa:
Fair Weather, de Kenny Dorham , autor de ese clásico del jazz moderno que es Blue Bossa), tocado y cantado por otro gran trompetista lírico, Chet Baker, acompañado por Herbie Hancock al piano, Pierre Michelot al contrabajo y Billy Higgins a la batería. Se trata del track nº 4 de la banda sonora original de la película Round Midnight (1986), de Bertrand Tavernier, merecedora en su día de un Óscar a la mejor música, en la que se nos narra la historia de Dale Turner, un legendario saxofonista venido a menos por el alcohol y las drogas (magistralmente interpretado por Dexter Gordon) que se gana la vida en el mítico club de jazz Blue Note de París. No os cuento más. Tan sólo añadiré que el elenco de músicos y actores es extraordinario. No dejéis de verla mañana sábado, si podéis, a las 22:15 horas en la cadena ctk (Cinematk).


Un año sin Julio Muñoz

[Obituario publicado hoy en la edición impresa del Diario La Opinión de Murcia bajo el título 'Un año sin un emblemático bajista de ...