jueves, 31 de enero de 2008

"Junjo", de Esperanza Spalding



Reconozco que, aun siendo percusionista, siempre he sentido una íntima predilección por los contrabajistas (Charles Mingus, Ray Brown, Ron Carter o Charlie Haden…), una sana envidia por los vocalistas (Louis Armstrong, Ella Fitzgerald, Chet Baker, Sheila Jordan…) y una gran devoción por los compositores (Duke Ellington, Thelonious Monk, de nuevo Charles Mingus y, cómo no, el gran Jaco Pastorius…). Esperanza Spalding es las tres cosas a la vez y hace uno de los ejercicios que considero más difíciles en la música: tocar el contrabajo y cantar al mismo tiempo; y lo hace con absoluta independencia, desdoblándose hasta el punto de conseguir que un trío suene como un cuarteto. Tal es el caso de "Junjo" (Ayva Música, 2006), su sorprendente primer disco, que un sobrino mío me regaló las pasadas navidades y que no he dejado de escuchar ni un solo día hasta la fecha…

Y digo sorprendente porque… ¿quién, después de oírlo sin referencia alguna, se atrevería a decir que este es el primer trabajo discográfico de un músico; que este músico es, además, mujer, y que cuando lo grabó contaba solamente veintiún años?­­­­­­­ Seguro que nadie; porque en "Junjo" hay mucho poso, mucha madurez y mucha contención. Precisamente, “junjo” es –por lo poco que he podido descubrir– un término jamaicano que se utiliza para referirse al moho; y en muchos sentidos este disco es eso: una marisma de asombros y frescuras en las que arraiga la vida, un légamo pletórico de savias y energías que nos devuelve al origen y al barro del que estamos hechos.

Nueve densos temas (como nueve médanos firmes y benéficos) conforman esta impresionante y colorista ópera prima. Cinco de ellos son magníficas composiciones firmadas por Esperanza Spalding: Mompouana, Perazuán, Junjo, Two Bad y Perazela; y los otros cuatro –que constituyen por sí solos una clarísima y rotunda declaración de intenciones– son versiones originalísimas de temas tan conocidos como The Peacocks, de Jimmy Rowles; Loro, de Egberto Gismonti; Hampty Dumpty, de Chick Korea, y una conocida pieza del folclore argentino, la famosa zamba Cantora de Yala, de los inmortales maestros Gustavo “Cuchi” Leguizamón y Manuel José Castilla.

Tres de los temas están interpretados en dueto, y es en ellos donde la cálida voz de Esperanza Spalding adquiere un protagonismo especial: Perazuán, junto al pianista Aruán Ortiz; Cantora de Yala, en la que la contrabajista se acompaña deliciosamente a sí misma chapurreando nuestro idioma con gran delicadeza, y Perazela, la pieza más breve de todas, con el baterista Francisco Mela dibujando sutilmente los ritmos sobre los que se desliza la voz.

Y aquí he de apuntar algo realmente digno de tenerse en cuenta: que nos encontramos ante un proyecto puramente jazzístico y especialmente concebido para un trío; y que, aunque es Esperanza Spalding quien da la cara en la portada, "Junjo" no es, como ella misma reconoce, un trabajo exclusivamente suyo, sino que podría haber sido asimismo firmado por cualquiera de los dos excelentes y experimentados músicos cubanos que la acompañan.

Pero… ¿quién es esta fuerza de la naturaleza llamada Esperanza Spalding? ¿De dónde ha surgido esta gran promesa femenina del jazz del siglo XXI, capaz, pese a su frágil apariencia física, de tocar el contrabajo con un alma, una destreza y una energía equivalentes a las de cuatro viriles y curtidos contrabajistas?

Para muestra, un botón...



Baste decir que ha sido alumna de Ron Carter; que a su corta edad ya ha acompañado a músicos de la talla de Michel Camilo, Joe Lovano y Pat Metheny y que, en la actualidad, es la profesora más joven de la prestigiosa Berklee School of Music de Boston. Nació en Portland en 1984 e, inducida por su madre, comenzó sus estudios musicales y a tocar el violín con tan sólo seis años. A los quince, casi por casualidad, un profesor le permite tocar un bajo acústico recién comprado por la escuela y queda sorprendido ante la soltura de Esperanza: "¿Y dices en serio que es la primera vez que tocas el bajo?".

Pero Spalding fue descubierta para el gran público por Pablo Valero, director artístico y productor ejecutivo del sello Ayva Música. El pianista Aruán Ortiz lo llevó a un bar musical de Boston y allí estaba Esperanza. “Vamos a grabar un disco”, le dijo Pablo sin pestañear. Y salió "Junjo".

Si queréis escucharla y conocer algo más sobre ella, pinchad aquí. No os arrepentiréis.

Y ahora os dejo con una impagable serie fotográfica realizada por mi fotógrafa de jazz favorita, Esther Cidoncha, durante las pruebas de sonido en el Festival de Jazz de Móstoles de 2007, en el que Esperanza Spalding y Francisco Mela acompañaron a Joe Lovano, rememorando aquel fabuloso "Trío Fascination" que Lovano formó junto al baterista Elvin Jones y el contrabajista Dave Holland. Algunas de estas fotos ven la luz hoy aquí por vez primera. ¡Gracias, Esther!

Un abrazo y hasta pronto.

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"Mis fotos sobre Esperanza Spalding", por Esther Cidoncha.






























Fotografías © Esther Cidoncha

miércoles, 23 de enero de 2008

JAÇ # 17

A pesar del impactante, arriesgado, subversivo y antijazzístico título de su editorial (Entre pets y rots, es decir, “Entre pedos y eructos”), el último número de la revista Jaç no tiene desperdicio. Y aunque el protagonismo de la portada recae sobre el saxofonista vasco afincado en Barcelona Gorka Benitez (quien, con motivo de la aparición de su último trabajo, Al otro lado –Fresh Sound New Talent, 2007– es sabiamente interrogado por Pere Pons en una densa entrevista titulada Gorka Benitez, bajo la piel del lobo), el protagonista indiscutible de este número es, sin duda, el incomparable y magistral pianista Tete Montoliu, “desaparecido” hace ya diez cortos años y a quien Jaç no solamente rinde en sus páginas centrales un sentido homenaje repleto de testimonios de músicos, cantantes, escritores y promotores, sino que, además, con la revista y el CD de rigor, Jazz de Catalunya (cuya selección de temas fue en esta ocasión encargada excepcionalmente por el ICIC –Institut Català de les Indústries Culturals– a uno de los principales divulgadores del jazz en nuestro país, el sempiterno Juan Claudio Cifuentes), se nos obsequia con un espléndido documental en DVD titulado Tete Montoliu, una mirada, dirigido por Pere Pons, en el que participan músicos de la talla de Joan Manuel Serrat, Horacio Fumero, el propio Gorka Benitez, Pascal Comelade, Pep Pascual, David Xirgu o Javier Colina y en el que se incluye un extraordinario documento histórico: el concierto de piano solo, con obras de Thelonius Monk, que Tete realizó el día 15 de julio de 1995 en el XIX Festival de Jazz de Vitoria. (Si pincháis aquí podréis ver un resumen de este documental presentado por su director, que es asimismo el Director de Redacción de Jaç).

Sinceramente, no conozco ninguna otra revista de jazz que dé tanto por tan poco.

Y no quiero dejar de destacar la excepcional entrevista realizada por Ferran Esteve al genial pianista e infatigable improvisador Paul Bley, de la que no puedo evitar transcribir su interesantísimo final para poneros los dientes largos. Pero, antes, permitidme reproducir el sorprendente e intrépido editorial del que os hablaba al principio.

Salud y... ¡buen provecho!

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ENTRE PEDOS Y ERUCTOS
(Editorial del número 17 de la revista Jaç).

Señor/a Jazz,

DIAGNÓSTICO: Afectado por el síndrome del cuento de nunca acabar. SÍNTOMAS: Acumulación de agravios, letanía de quejas, sucesión de desatenciones, alud de insensibilidad. NATURALEZA: Patología crónica. DESCRIPCIÓN, DETALLES Y DESARROLLO: Cada vez que los informativos culturales están más interesados en los pedos de Britney Spears o en los eructos de Melendi que en el Premio Ciutat de Barcelona otorgado a un libro que habla sobre nuestra historia del jazz o en los miles de copias que ha conseguido vender un disco del ramo como el que ha unido a Javier Colina, Marc Miralta y Perico Sambeat; cuando estamos más atentos a la salida de tono de un monarca decrépito ante un lenguaraz tropical y poco nos importa que, a nivel estatal, sólo haya tres conservatorios que hayan incorporado el jazz en su plan de estudios o que programar música en directo en cualquier local abierto al público –sin molestar a los vecinos y en espacios que cumplan con la normativa– esté considerado como un acto delictivo; cuando las cámaras de la televisión pública se instalan en un país tropical a la espera de que un futbolista jubilado consuma su gloria y consideran un dispendio injustificable movilizar a su corresponsal en París para cubrir el único homenaje que se celebra en una capital europea alrededor de la figura de Tete Montoliu

Y hablando de Tete, precisamente: cuando el único acto oficial realizado por un político, el año en que se cumplen diez años de la muerte del reconocido pianista, lo ha protagonizado el melifluo Mariano Rajoy al obsequiar a la follonera de Estado norteamericana, Condoleeza Rice, con varios discos del músico catalán; cuando la obscenidad multimillonaria que maneja Can Barça no considera pertinente contribuir económicamente a un acto que se celebra en su hogar, en homenaje a un socio de honor del club y figura universal de la cultura catalana –seguimos hablando de Tete– y en el que otro notable pianista, Ignasi Terraza, dignifica las notas funcionales del himno futbolero adornándolas con la síncopa del jazz al tiempo que invoca la sonrisa del maestro.

Y así podríamos seguir y seguir y seguir, como el famoso conejito de las pilas alcalinas o como aquel presidente que sufría de incontinencia múltiple hasta que se encontró con un figurante de sangre azul que, en honor al gallego que le devolvió la vida activa y parasitaria, le soltó un:
“¡Por qué no te callas!”

Venga, feliz año y mejor jazz, que lo hay y en abundancia. Basta con prestar atención.

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¿UN PIANO ES UN PIANO?
(Final de la entrevista realizada por Ferran Esteve a Paul Bley para el número 17 de la revista Jaç).

JAÇ / Otro rasgo distintivo de su discurso musical –y no me refiero únicamente a cuando toca el piano, sino también a cuando habla de música– es el recurso de las metáforas o frases que transmiten una cierta sensación de hostilidad, de violencia. ¿Las utiliza para provocar una reacción en el público o forman parte de ese espíritu inquieto que le empuja a moverse de un extremo a otro?
P.B / Me gusta pensar como si de escribir en una pizarra se tratara. No nos podemos pasar la vida escribiendo en ella, porque el espacio se acaba tarde o temprano, y, por tanto, tenemos que borrar cosas para poder realizar una declaración nueva. Aunque no lo parezca, borrar también forma parte del proceso creativo; y la violencia de algunos momentos de mi música también. De hecho, no existiría la dulzura de ciertos momentos sin el arrebato de otros.
JAÇ / Quizá derive de este espíritu provocador el que usted sea uno de los pocos pianistas contemporáneos que no se considera influido por la música clásica.
P.B / Es que la música clásica y el jazz son mundos antagónicos; la estética, la concepción, el fin… Un buen ejemplo de ello: en un concierto de música clásica oímos a alguien ejecutar una composición que resuelve un problema planteado siglos atrás. ¿Qué sentido tiene esto? El jazz resuelve al momento problemas importantes para la gente que toca y para los espectadores. Por ese motivo prefiero hablar, al menos en lo que a mi música se refiere, de composición y no de improvisación, porque cuando subes a un escenario sin partitura no estás improvisando, porque no partes de la nada; estás componiendo. Además, a diferencia de la música clásica, que es una reliquia de museo, nuestro cometido es crear una obra específica para un determinado momento, espacio y público. De nosotros, el público espera que creemos y no que recreemos.
JAÇ / ¿Qué papel considera entonces que desempeña el azar en la improvisación o la creación?
P.B / Sólo desempeña un papel determinado a posteriori. El músico trabaja en el momento y es sensible a cualquier pequeño cambio que pueda haber. Dicho de otro modo, ¿qué diferencia un disco de otro? Pues principalmente lo que ha sucedido entre la primera grabación y la segunda.


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Una cosa más: a propósito de Tete Montoliu, la consumada fotógrafa de jazz Esther Cidoncha ha rescatado de su inconmesurable archivo personal dos soberbias fotografías realizadas en 1991 con motivo de la grabación del disco Punto de Partida, de Perico Sambeat Quintet, en las que aparecen Tete Montoliu, Perico Sambeat, Wallace Roney y Javier Colina. Podéis verlas pinchando aquí.

sábado, 12 de enero de 2008

Templos del jazz murciano





Me vais a permitir que esta primera intervención de 2008 la dedique en exclusiva a felicitar, personalmente y en nombre de Zarangojazz, a los dos locales que sin duda hoy más contribuyen, en perfecta sintonía con nuestra ya veterana asociación, a mantener viva la llama del jazz en la región de Murcia: La Muralla y Jazzazza. Sinceramente, creo que el balance de 2007 ha sido, para ellos y para nosotros, extraordinario: todos los grupos de jazz estables de la región pasaron por sus escenarios (Traffic Jam, Funk Thing, Vero Quartet, Sopassoup, Tempo Libre, Smart Set Quartet, Caro Ceice, IMP, Escobijazz, Abdón Sánchez Quartet, The Hot Cinco...) y las jam sessions programadas puntualmente por Zarangojazz, con una altísima participación de músicos y aficionados, superaron noche tras noche todas las expectativas, poniendo una vez más de relieve el interés que despierta el jazz que nace y se hace en Murcia, el enorme potencial del que disponemos y la abundante energía que genera. Antonio Coy en La Muralla y Jota & Brother en Jazzazza, conscientes de la demanda y coherentes con la realidad, están ayudando a canalizar toda esa energía y a colocar el listón a la altura que nuestros músicos se merecen. ¡Esperamos que en 2008 la superen!

Aunque la última actuación del año en La Muralla, el pasado 27 de diciembre, fue tan redonda que bien podríamos catalogarla como insuperable. El modélico grupo Smart Set Quartet se estrenaba con su nuevo componente, el saxofonista alicantino Lolo García, que supuso todo un gran descubrimiento para quienes tuvimos la suerte de poder estar allí aquella noche. De verdad, ¡qué fuerza, qué dominio, qué gozada! Después de varios años creciendo como Smart Set Trío y tras puntuales y esporádicas apariciones en cuarteto o en sexteto (junto al flautista Marcial Picó, el saxofonista Pierre León y el trompetista Pep Antón), siempre a un altísimo nivel, espero que Javier Bermejo, Andrés Lizón y Curro García, tres músicos excelentes, perfectamente conjuntados y con una complicidad envidiable, consoliden esta formación para mayor gloria del jazz murciano-alicantino. Por lo pronto, tengo entendido que a principios de febrero tendremos la oportunidad de volver a oírlos en el Aula de Cultura de la oficina central de la CAM, donde no hace mucho pudimos escuchar al ilustrísimo Benny Green en inmejorables condiciones acústicas y atmosféricas. ¡No os los perdáis! ¡Allí nos vemos!

Mientras tanto, aquí os dejo con algunas fotos del concierto. Tened en cuenta que la cámara que uso últimamente es poco más que una caja de cerillas; su lente es más 'lenteja' que otra cosa y jamás utilizo el flash por no provocar un incendio ni poner en riesgo la integridad física y mental de los músicos. Las luces durante los conciertos suelen ser tan bajas que difícilmente puedo obtener una imagen medianamente nítida. Pero ello no es en absoluto incompatible con lo que busco o intento capturar, que a veces no pasa de ser un rastro de luz en la oscuridad.


¿El Espíritu de La Muralla? No. Curro García, quien puso,
como siempre, toda su alma.



Lolo García y Curro García. Físicamente no se parecen porque no son hermanos.



Quien sí estuvo fue el espíritu de Coltrane.



Lolo García y Javier Bermejo se entendieron a la perfección.



Javier Bermejo al carboncillo.



Javier Bermejo y Andrés Lizón, marineros en el mismo barco.



Aunque parezca lo contrario, a Andrés Lizón no se le fue
en ningún momento la cabeza.



Curro García estuvo toda la noche seguro e impecable
y sacó a relucir toda su sabiduría.

Por otra parte, la última vez que acudí a Jazzazza fue el pasado 30 de noviembre, con motivo de la celebración de su tercer aniversario. ¡Qué ambientazo! Tocaron los fabulosos The Hot Cinco, que aquel día tuvieron doblete y llegaron ya calientes (pero en perfecto estado de revista) y también con una agradable y oportuna novedad en sus filas: el pianista Carlos Sáez. Carlos es un pianista virtuoso, extraordinariamente creativo y al mismo tiempo prudente y contenido, que se adapta bien a todos los terrenos; pero nunca lo había escuchado haciendo dixieland al más puro estilo de Chicago. Fue una sesión magnífica, idónea para acompañar una conmemoración de ese calibre. Aquella noche capté también algunas imágenes. Y mi caja de cerillas me sorprendió de nuevo.

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Mirad cómo dibujó, también al carboncillo, a Miguel Ángel Orengo.

The Hot Cinco tocaron como los ángeles: endiabladamente. La situación lo requería. ¡Qué ritmo, qué fuerza, qué alegría transmitieron!

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Carlos Sáez sustituyó al banjista tenor Pablo Orenes.



¿Verdad que Carlos transmite confianza y seguridad?



Aquí, Oliver König y Carlos Sáez parecen sacados de una película de los años 30.



Oliver König, excelente músico y perfecto anfitrión.



Oliver König en pleno vuelo.



Rafael Herrero es el contrapunto ideal para un clarinetista
de la talla de Oliver König.



Parece un cuáquero, pero Rafa es de Santomera.



El contrabajo de Pablo Fojo es siempre la mejor
columna vertebral para cualquier grupo.



Pablo demostró que es también un magnífico percusionista.



Miguel Ángel Orengo en una pose muy velazqueña.



Orengo eleva el ritmo a la categoría de 'aforitmo'.

Repito: mi más profundo agradecimiento, como músico y aficionado, a Jazzazza y La Muralla. Y mi más sincera enhorabuena a su gestión; porque al permitir, generosa y continuadamente, que nuestro jazz crezca entre sus muros están haciendo historia. Y sin ningún tipo de ‘abono’ institucional.

Un año sin Julio Muñoz

[Obituario publicado hoy en la edición impresa del Diario La Opinión de Murcia bajo el título 'Un año sin un emblemático bajista de ...