miércoles, 30 de abril de 2008

Jazz: del cine a la calle









[Artículo publicado en la gaceta cultural El Kraken, nº 24]

Culmina abril con un delicioso y enriquecedor sabor a jazz, gracias al excelente III Ciclo de Cine y Jazz organizado por la Filmoteca Regional, que tuvo la deferencia de incluir a Zarangojazz entre sus colaboradores sin que este año apenas hayamos hecho acto de presencia y que ha ofrecido a lo largo de todo el mes una programación exquisita para regocijo de nuestros ojos, nuestros oídos, y nuestro corazón. El cine y el jazz nacieron y crecieron juntos, y su unión nos parece lo más natural del mundo; pero, si lo pensamos bien, no hay demasiadas “obras maestras” que hagan honor a ese hermanamiento. Lo mejor del jazz en el cine se ha mostrado casi siempre a través de documentales generados a pie de micros, estudios o conciertos, y generalmente gracias a cineastas que se embarcaron en proyectos que sólo su pasión y su tenacidad fueron capaces de llevar a cabo. Así, hemos podido ver joyas como Let’s get lost (1988), de Bruce Weber, que repasa la vida de Chet Baker desde la perspectiva de quienes lo conocieron muy de cerca; Miles electric: A diferent kind of blue (2004), de Murray Lerner, un apasionante puzzle sobre la vida de Miles Davis; Anita O'Day: The life of a jazz singer (2007), realizada por Ian MacCrudden y Robbie Cavolina tan sólo un año después de la muerte de la genial cantante de piel blanca, una de las más grandes de su tiempo; Jazz on a Summer Day, (1960), de Aram Avakian y Bert Stern, sobre el mítico Newport Jazz Festival de Rhode Island de 1958; o el emotivo documental Old man Bebo (2007), de Carlos Carcas, con el que se ha cerrado este soberbio ciclo.


Bebo y Chucho Baldés por Jordi Socías


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Y comienza mayo con la no menos estimulante llegada del 28 Festival Internacional de Jazz de Murcia, que este año regresa en gran medida al lugar del que nunca debió “salir”: la calle. Abren el festival, el miércoles 7, dos formaciones netamente murcianas; por un lado, un soplo, mejor dicho, muchos soplos de aire fresco: la Big Band de la Agrupación Musical Juvenil de Cabezo de Torres, que actuará en el Salón de Actos de la CAM a las 20 horas; por otro, el suculento grupo Caro Ceice, que interpretará los temas de su álbum El agua donde cuece la verdura en la histórica calle Besabé (entre la plazas de Romea y Santo Domingo) a las 21:30 horas. El jueves 8, a las 20 horas, los veteranos músicos itinerantes Jan Jankeje’s Mobil Jazz Band inundarán de dixieland el Salón de Actos de la CAM, y a las 21:30, en el Auditorio Municipal del Parque de Fofó, uno de los mejores tríos jazzísticos de la escena internacional, Jason Moran & The Bandwagon, que tal vez merecieran un marco más propicio; esperemos que las condiciones técnicas brillen a la altura. El viernes 9, a las 13,30 horas, de nuevo el grupo Jan Jankeje’s Mobil Jazz Band nos alegrará el mediodía en la Plaza de las Flores; y a las 21,30 en el Auditorio Municipal del Jardín de Fofó, baile y paroxismo asegurados con la actuación del virtuoso percusionista venezolano Luisito Quintero & His Percussion Maddness. Finalmente, el sábado 10, triple sesión a cargo de Jan Jankeje’s Mobil Jazz Band (a las 12 horas en la Plaza de Santo Domingo, a las 13,30 en la Plaza de Santa Catalina y a las 19,30 en la calle Trapería) y, a las 13:30, actuación de la trepidante banda murciana The Hot Cinco + Thomas Graf (dixieland y ragtime) en el Jardín de la Fama. Para despedir el Festival, una sesión de lujo: The “Pee Wee” Ellis Funky Assembly (21 :30 horas en el Auditorio del Parque de Fofó). Baste decir que “Pee Wee” Ellis acompañó a James Brown durante los años 60 y compuso nada menos que The Chicken, un potente tema inmortalizado por Jaco Pastorius.



Big Band de la Agrupación Musical Juvenil de Cabezo de Torres



Caro Ceice



Jan Jankeke



Jason Moran & The Bandwagon



Luisito Quintero







"Pee Wee" Ellis

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martes, 15 de abril de 2008

"Wicca", de Jordi Rossy Trío


Las ilustraciones y el diseño de cubierta e interiores son de Ana Golobart.

Tras varios meses de expectación y alguno más de espera, hace una semana recibí, por fin, Wicca (Fresh Sound New Talent, FSNT 309), el anhelado primer álbum de Jordi Rossy como pianista y el primero también liderando un grupo, el Jordi Rossy Trío, junto a Albert Sanz al órgano Hammond y R. J. Miller a la batería. Llevo, pues, siete días escuchándolo en cuanto tengo ocasión (en casa, en el coche, en el ordenador) y siento ya sus temas impresos en mi ADN como si estuvieran ahí desde siempre.

Yo ya había escuchado a Jordi al piano con el Félix Rossy Quinteto y el Alfons Enjuanes Quartet, incluso conocía alguna que otra composición suya, pero necesitaba un trabajo como Wicca para tener más conocimiento de causa y valorar su verdadera dimensión como compositor y como pianista.

De entrada, me gusta este Jordi Rossy Trío por cómo suenan, cómo empastan los instrumentos, cómo se compenetran y asumen su función los músicos que lo integran. En ese sentido, Wicca es un trabajo sabio y altruista, pleno de equilibrio y de saber hacer; un trabajo que hará historia y ennoblecerá para siempre la biografía de los músicos que lo han hecho posible.

Para mí es una formación casi inaudita. El único precedente que conozco lo tengo aún reciente: el magnífico trío del baterista Bill Stewart, con Larry Goldings al Hammond y Kevin Hays al piano y al Fender Rhodes, que en marzo del año pasado actuaron en San Javier en el marco del VII Ciclo de Músicas del Alma; pero, sinceramente, no recuerdo ninguna otra formación así; aunque a mí, la verdad, aparte de Bach y Handel, a la hora de hablar de organistas que no me saquen de Lou Bennett, Jimmy Smith o Baby Face Willette, o a lo sumo de algunas composiciones de Carla Bley. He oído muchas y excelentes grabaciones en las que el sonido Hammond y la guitarra eléctrica casan de maravilla (el propio Albert Sanz forma parte, junto al baterista David Xirgú, del Jordi Matas Organic Trío), pero estoy por decir que prefiero la alianza del Hammond con el piano; ambos instrumentos armonizan a la perfección en mis oídos y destilan en mi mente altas dosis de concordia, sosiego e intemporalidad: el piano, con ese aire clásico, culto, solemne, del que carece la guitarra eléctrica, y el Hammond con esa atmósfera litúrgica, volátil, espiritual, como de interior de vieja iglesia o antiguo cinematógrafo.

Pero luego están los músicos, con su forma de interpretar e interactuar, y sus composiciones, espejos en los que al fin todo se refleja. En Wicca sobresalen desde las primeras notas la autenticidad, la honestidad y la finura de Jordi Rossy –un músico libre, virtuoso, creativo y emprendedor– y su inmensa complicidad con Albert Sanz, quien, recordemos, es también pianista, compositor e incluso, en ocasiones, un avezado baterista. Ambos dialogan, acometen las melodías y los solos o se dan la vez con mesura y elegancia sumas.

De los cinco temas compuestos por Jordi Rossy (Metamorfosis y Loving Tone son de Albert Sanz), Sexy Time y Moose Love son los que he hecho más míos. En Sexy Time palpita en un rincón, osada y cálida, la bossa; y Moose Love es un vals lento y melódico, exquisitamente sencillo, tierno y profundo a la vez. En ambos temas se tiene la impresión de que el ritmo y la melodía nacen solos, con total espontaneidad, claros como los sentimientos o las emociones que los inspiraron.

Rítmica, melódica y armónicamente, Wicca y El Bardo son temas hermanos, con un marcado acento épico. En Wicca colaboran un espléndido y curtido Félix Rossy a la trompeta (no olvidemos que Félix es hijo de Jordi y debe rondar los catorce años) y Enrique Oliver al saxo tenor, que brilla especialmente en este tema con un sobrio y sugestivo solo.

Tainos es más intangible, más misterioso, más minimalista; da la impresión de que comienza en medio de un solo de un tema de estructura, armonía y melodía inciertas.

Si tuviera que llevarme a una isla uno de los dos temas de Albert Sanz, me quedaría con el exquisito Loving Tone, un evocador y delicado tema que funcionaría de perlas como banda sonora de una buena película de cine mudo; en él, Jordi Rossy vuela definitivamente alto, ancho y largo con el piano.

Por cierto, la labor de R. J. Miller a lo largo de todo el álbum es tan precisa, discreta y apacible que casi olvido mencionarla.

En muchos aspectos, Wicca me ha evocado aquel jazz limpio y melódico, tan lírico, tan lleno de emociones y matices (e insisto, tan cinematográfico) que en los años 50 y 60 hacían músicos como Lee Morgan, Grant Green, Duke Pearson o Joe Henderson...

Pero, en el fondo, lo que más me ilusiona es que Wicca es el viaje iniciático de una aventura mágica que no ha hecho más que comenzar.

Enhorabuena, Jordi.

Y ahí van, como recuerdo, unas cuantas fotografías (bastante malas y peor escaneadas) que les hice al padre y al hijo junto al baterista Miguel Ángel Orengo y el contrabajista Tiziano Garoffolo el 28 de diciembre de 2005 en La Muralla. Si queréis saber más sobre aquel fantástico bolo, leed mi entrada del 14 de febrero de 2007 titulada ¡Qué Noche la de Aquel Día!







sábado, 5 de abril de 2008

Juan Pablo Muñoz Zielinski



Aprovechando que he reproducido en mi blog literario un interesantísimo artículo de mi buen amigo y compañero Juan Pablo Muñoz Zielinski, titulado El Guernica: Hipótesis iconográfica (os aconsejo que pinchéis sobre el título y lo leáis, pues creo que su lúcida lectura del inmortal cuadro de Picasso os abrirá un poco más los ojos y la mente respecto a su profundo significado simbólico y su inherente carga específica), os traigo aquí un par de fotos que le hice el 23 de noviembre del año pasado en la sala Galileo Galilei de Madrid, durante las pruebas de sonido previas al concierto de Banda Inaudita, grupo con el que tengo el honor de colaborar desde hace aproximadamente un año, a raíz de mi participación en la grabación de su último disco, Canciones Inauditas.

Juan Pablo es, sin lugar a dudas, uno de los compositores más prolíficos y originales de este país, amén de un soberbio instrumentista (es un magnífico guitarrista y una autoridad como violinista flamenco) capaz de afrontar cualquier género con gran exquisitez y maestría, incluidos, por supuesto, el jazz y la improvisación. Es, además, como músico y compositor, un hombre muy vinculado al mundo del teatro, el cine y la televisión. Yo tuve la suerte de conocerlo personalmente en 1980, durante las Fiestas de Primavera de Murcia, nada menos que actuando en las calles, plazas y mercados de la ciudad como “Hombre-Orquesta”. Si queréis saber más sobre él y su impresionante trayectoria, no dudéis en visitar la Web de Banda Inaudita.

Y aprovecho también para anunciar que el próximo jueves día 10, a las 21:00 horas, tocaremos, en formación de cuarteto, en el Café del Archivo Regional de la Región de Murcia (Avenida de los Pinos, 4) dentro del ciclo "Sonidos de Tradición", coordinado por Manuel Luna. Ese mismo día, sobre las 11:30, seremos entrevistados y tocaremos un par de temas en directo en el programa A media mañana del Canal 7 de Murcia.


Un año sin Julio Muñoz

[Obituario publicado hoy en la edición impresa del Diario La Opinión de Murcia bajo el título 'Un año sin un emblemático bajista de ...