
Reconozco que, aun siendo percusionista, siempre he sentido una íntima predilección por los contrabajistas (Charles Mingus, Ray Brown, Ron Carter o Charlie Haden…), una sana envidia por los vocalistas (Louis Armstrong, Ella Fitzgerald, Chet Baker, Sheila Jordan…) y una gran devoción por los compositores (Duke Ellington, Thelonious Monk, de nuevo Charles Mingus y, cómo no, el gran Jaco Pastorius…). Esperanza Spalding es las tres cosas a la vez y hace uno de los ejercicios que considero más difíciles en la música: tocar el contrabajo y cantar al mismo tiempo; y lo hace con absoluta independencia, desdoblándose hasta el punto de conseguir que un trío suene como un cuarteto. Tal es el caso de "Junjo" (Ayva Música, 2006), su sorprendente primer disco, que un sobrino mío me regaló las pasadas navidades y que no he dejado de escuchar ni un solo día hasta la fecha…
Y digo sorprendente porque… ¿quién, después de oírlo sin referencia alguna, se atrevería a decir que este es el primer trabajo discográfico de un músico; que este músico es, además, mujer, y que cuando lo grabó contaba solamente veintiún años? Seguro que nadie; porque en "Junjo" hay mucho poso, mucha madurez y mucha contención. Precisamente, “junjo” es –por lo poco que he podido descubrir– un término jamaicano que se utiliza para referirse al moho; y en muchos sentidos este disco es eso: una marisma de asombros y frescuras en las que arraiga la vida, un légamo pletórico de savias y energías que nos devuelve al origen y al barro del que estamos hechos.
Nueve densos temas (como nueve médanos firmes y benéficos) conforman esta impresionante y colorista ópera prima. Cinco de ellos son magníficas composiciones firmadas por Esperanza Spalding: Mompouana, Perazuán, Junjo, Two Bad y Perazela; y los otros cuatro –que constituyen por sí solos una clarísima y rotunda declaración de intenciones– son versiones originalísimas de temas tan conocidos como The Peacocks, de Jimmy Rowles; Loro, de Egberto Gismonti; Hampty Dumpty, de Chick Korea, y una conocida pieza del folclore argentino, la famosa zamba Cantora de Yala, de los inmortales maestros Gustavo “Cuchi” Leguizamón y Manuel José Castilla.
Tres de los temas están interpretados en dueto, y es en ellos donde la cálida voz de Esperanza Spalding adquiere un protagonismo especial: Perazuán, junto al pianista Aruán Ortiz; Cantora de Yala, en la que la contrabajista se acompaña deliciosamente a sí misma chapurreando nuestro idioma con gran delicadeza, y Perazela, la pieza más breve de todas, con el baterista Francisco Mela dibujando sutilmente los ritmos sobre los que se desliza la voz.
Y aquí he de apuntar algo realmente digno de tenerse en cuenta: que nos encontramos ante un proyecto puramente jazzístico y especialmente concebido para un trío; y que, aunque es Esperanza Spalding quien da la cara en la portada, "Junjo" no es, como ella misma reconoce, un trabajo exclusivamente suyo, sino que podría haber sido asimismo firmado por cualquiera de los dos excelentes y experimentados músicos cubanos que la acompañan.
Pero… ¿quién es esta fuerza de la naturaleza llamada Esperanza Spalding? ¿De dónde ha surgido esta gran promesa femenina del jazz del siglo XXI, capaz, pese a su frágil apariencia física, de tocar el contrabajo con un alma, una destreza y una energía equivalentes a las de cuatro viriles y curtidos contrabajistas?
Para muestra, un botón...