
Alguna vez he hablado aquí de la importancia de los ensayos. No sólo son necesarios para llevar a buen puerto cualquier proyecto, sino que gracias a ellos convivimos y profundizamos en nuestra relación con los músicos con quienes los compartimos. A mí, sinceramente, me motivan y emocionan tanto o más que una actuación en toda regla.
El pasado jueves, día 9, mi amigo Miguel Ángel Monda y yo nos acercamos a Sopalmo, un pequeño municipio de la costa almeriense situado entre Mojácar y Carboneras, para ensayar con Juan Pablo Muñoz Zielinski y la violinista Oti Fidalgo parte del repertorio que interpretaremos junto a Banda Inaudita en la galería de arte La Ribera (en Balsicas, Murcia) el próximo 22 de agosto, con motivo del crucial encuentro de amigos que su propietario, Emilio Morales, viene organizando en los últimos años.
En esta ocasión, Juan Pablo ha diseñado un delicado y ambicioso espectáculo poético-musical inspirado en El sueño de una noche de verano, en el que se alternarán temas de Banda Inaudita con partituras clásicas, temas de Monda y estándares de jazz arreglados por el propio Juan Pablo. Todo ello, salpicado de una decena de sonetos de Shakespeare versionados y leídos por mí e ilustrado con imágenes y proyecciones del fotógrafo Manuel Muñoz Zielinski.
La casita de Juan Pablo en Sopalmo es un lugar idóneo para ensayar. Todo acompaña: su entorno, su silencio, su tranquilidad...

Monda y yo llegamos alrededor de las 11:30 de la mañana y estuvimos ensayando hasta las 15:30, es decir, durante cuatro horas que transcurrieron en un abrir y cerrar de ojos. Fijaos en esta paronámica que he compuesto ensamblando cuatro fotos y, muy especialmente, en la mano izquierda mágica de Oti. A veces, el Panorama Maker de ArcSoft nos da este tipo de sorpresas...

Después, Oti y su encantadora hija Leyda nos prepararon a traición una suculenta comida a base de cuscús, carne y ensalada. Y finalmente, como despedida, nos fuimos todos a darnos un baño reparador en una recóndita playa a la que nos condujo Juan Pablo y cuyo acceso me cuidaré mucho de revelaros...

Y Monda y yo regresamos a Murcia en su coche relajados y casi sin hablarnos, escuchando jazz y más frescos que una lechuga.