El cine y el jazz nacieron, como quien dice, el mismo día. La primera película sonora, dirigida por Aland Crosland en 1927, se llamó precisamente The jazz singer (El cantor de jazz); aún así, no son tantas las veces que han caminado juntos y de la mano, y podríamos enumerar en un momento aquellas en que esa unión ha sido realmente fructífera e incuestionable. Su primer gran encuentro -al menos, para mí, el más memorable- tuvo lugar en París en 1957. Una mágica conjunción de astros hizo posible el nacimiento de una verdadera obra maestra: Ascenseur pour l'échafaud.
Ópera prima de un joven director: Louis Malle. Primera banda sonora de un genio del jazz: Miles Davis. Primer papel protagonista de una magnífica actriz: Jeanne Moreau.
No voy a decir nada más ni sobre la película, ni sobre la música, ni sobre los pormenores que rodearon esta histórica encrucijada. Otros muchos lo han hecho antes que yo, e infinitamente mejor. A principios de febrero, La 2 de RTVE inauguró un ciclo dedicado a Louis Malle con Ascensor para el cadalso; y a mediados de enero ya tuvimos la oportunidad de adquirir con El País la magistral banda sonora (Libro-CD nº 3 de la colección Estrellas del Jazz) compuesta por Miles Davis.
Miles Davis, trompeta
Barney Wilen, saxo tenor
René Utreger, piano
Pierre Michelot, contrabajo
Kenny Clarke, batería
Tan sólo añadiré las impresiones que el sin par Boris Vian escribió sobre el ambiente vivido durante la grabación de esta última, realizada la madrugada del 4 al 5 de diciembre de 1957, en donde nos relata una anécdota ya legendaria. Según sus apuntes, "se efectuó de noche en el estudio Poste Parisien en una atmósfera muy distendida. Allí estaba Jeanne Moreau, la protagonista de filme, que de forma encantadora atendía a músicos y técnicos en un bar improvisado. También estaban los productores, los técnicos y Louis Malle, con los tirantes caídos, que intentaba extraer de Miles todo lo que deseaba añadirle a la imagen. Los músicos, totalmente relajados, veían desfilar por la pantalla las escenas principales del film y, metidos así en situación, se lanzaban a improvisar a medida que proyectaban las imágenes. Es de señalar, en la toma de Dîner au motel, la extraña sonoridad de la trompeta de Miles. En un momento dado, un fragmento de piel se desprendió de su labio para ir a pegarse en la boquilla. De igual modo que los pintores deben a veces al azar la calidad plástica de sus tonos, Miles aceptó con agrado este nuevo elemento "inaudito" en el sentido literal de la palabra, nunca antes escuchado. Sin duda el oyente, incluso privado de las imágenes, será sensible al clima seductor y trágico creado por el gran músico negro, admirablemente apoyado por sus compañeros de equipo."
Escuchando Dîner au motel nos parece extraño que, en tales circunstancias, Miles Davis no se dejara en la boquilla toda la piel de sus labios.
No he podido bajarme el lector exportable de Go Ear, pues, no sé por qué razón, el servidor no facilita últimamente los códigos HTML. Haced click en este vínculo:
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